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14 septiembre 2023
En Italia se consume mucha agua para la agricultura, la silvicultura y la pesca: casi 15 millones de metros cúbicos al año. En Europa, solo España supera a Italia. Con veranos cada vez más calurosos y secos, la tecnología se está convirtiendo en una herramienta indispensable para reducir el consumo de agua. Según el último informe de Cai-Consorzi Agrari d’Italia, la tecnología, la innovación y la agricultura 4.0 pueden reducir el consumo de agua en la agricultura hasta un 20% en comparación con los sistemas de riego tradicionales.
¿Un ejemplo práctico para reducir el derroche de agua? El sistema de riego por goteo. Se trata de una de las técnicas de riego más antiguas, extendida en Alemania desde 1860 y perfeccionada después en Israel mediante el uso de caucho y plástico. Permite regar los cultivos de forma continua, evitando el derroche no sólo de agua, sino también de recursos energéticos. Consiste en un sistema de tuberías de baja presión y una serie de goteros. Estos, gota a gota, suministran constantemente a la planta la cantidad de agua necesaria, que llega exactamente donde la necesita, es decir, a sus raíces. El riego puede ser continuo o a intervalos, con lo que se ahorra agua sin perjudicar el crecimiento de la planta.
Incluso a la hora de regar tu jardín, puedes ahorrar dinero sin dañar tu vegetación, gracias a un sistema de riego automático. Si se diseña, instala y mantiene correctamente, puede garantizar un césped sano con un consumo mínimo de agua
Aquí algunos consejos para regar correctamente:
Zonificación
Cada tipo de vegetación necesita una cantidad de agua diferente. Por tanto, el jardín debe dividirse en zonas de riego separadas, para poder regar el césped por separado y con más frecuencia que las plantas.
Procedimiento uniforme
La cantidad adecuada de agua debe distribuirse uniformemente en función del suelo. Un sistema de riego subterráneo es la mejor manera de garantizar una cobertura uniforme del césped.
Riego fraccionado
En lugar de regar una vez durante mucho tiempo, es mejor dividir el tiempo de riego en intervalos más cortos, con un descanso de 15 minutos entre cada sesión. Esto permitirá que el agua se absorba de forma óptima.
Elegir bien los horarios
Lo mejor es regar entre las 5 y las 10 de la mañana, cuando el sol está bajo y el aire es fresco. El mediodía no es recomendable por la pérdida de agua debida a la evaporación y las condiciones del viento, mientras que el riego por la tarde debe evitarse porque las hojas pueden permanecer húmedas durante la noche.
Regulación estacional
El sistema de riego debe ajustarse en función de los cambios estacionales y climáticos. Lo mejor es instalar un sensor de lluvia, un dispositivo de cierre que detecta automáticamente la aparición de un episodio de lluvia, para evitar regar cuando no es necesario.
Riego selectivo
Con un sistema de riego subterráneo, asegúrate de que los aspersores están correctamente ajustados para evitar el riego innecesario de aceras y calles.
Inspecciones periódicas
Lo mejor es comprobar periódicamente la eficacia de los aspersores. Un aspersor atascado o una tubería desgastada pueden dañar tu zona verde y costarte caro.
Riego menos frecuente
Para reducir el consumo de agua, lo mejor es no regar todos los días, sino sólo una o dos veces por semana. El truco para aumentar la duración de las pausas es vigilar las llamadas «zonas espía», es decir, las áreas del césped que primero avisan de la necesidad de agua con un marchitamiento inicial y un cambio de color.
Aplicando todas estas medidas, es posible reducir la cantidad de agua necesaria para un césped hasta en un 40%, pasando las necesidades semanales de unos 35 a unos 20 litros por metro cuadrado. Un ahorro realmente significativo tanto en términos económicos como medioambientales.
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